Santa Cruz de Tenerife, 29 abr (EFE).- Las sensaciones placenteras que produce el consumo moderado de vino se integran en el mismo lugar del cerebro donde se percibe la música y de ahí se produce una potenciación de ambos elementos, según el catedrático de Farmacología de la Universidad de La Laguna José Boada.
Este experto indica que dicha vinculación fue incluso usada por uno de los padres de la medicina, el griego Asclepíades, para mejorar a los enfermos mentales.
José Boada ha revisado más de 300 libretos de ópera y documentos de cantares populares para constatar la vinculación que desde la cultura griega hasta la actualidad han tenido la música y el vino.
Boada impartirá sobre este tema la ponencia inaugural del XII Congreso Nacional de Enólogos, que se celebrará del 5 al 7 de mayo en Tenerife.
En una entrevista con Efe, Boada dijo que ha constatado que en todas las regiones de la cuenca mediterránea, salvo en el Egipto islámico y las zonas magrebíes, donde la influencia aunque menor, existe, la relación entre el vino y la música es patente en su folclore.
El especialista explicó que la primera fusión importante entre la música y el vino se produjo en Grecia, donde se instituyó al dios Dionisos para rendir culto al vino y donde se llegaron a construir instrumentos, como el barbitón, que es una especie de arpa que se apoyaba en la cintura, dedicados exclusivamente al culto de Dionisos.
También en la cultura romana, el vino y la música aparecen ligados a la figura del dios Baco.
Boada explicó que la ópera nace "con los genes del vino" puesto que su origen es la tragedia griega, es decir, la música renacentista miró hacia el pasado, hacia Grecia, e incorporó en sus composiciones a la tragedia griega, que, según el filósofo Nietzsche, es dionisíaca.
Para el especialista, esta vinculación no sólo se observa en las óperas de la cuenca mediterránea sino también en las americanas, y así cita, entre otros, al compositor Aaron Copland que en algunas de sus óperas utiliza esta combinación.
Recordó que el origen del himno americano es un brindis londinense al que el poeta norteamericano Francis Scott Key cambió la letra y tuvo tanto éxito que fue asumido por el Congreso norteamericano como himno de la nación.
En la música vocal esta vinculación es clara, dijo Boada, que cita a músicos como Mozart, Bizet, Rossini, Verdi, Wargner, Berlioz o Donizetti, que vinculan el vino y la música, al igual que hace Carlos Gardel en sus tangos o Rafael Farina en el flamenco.
Boada señaló que, en cambio en la zarzuela, a pesar de la tradición enológica española, la vinculación es más insulsa y mucho más escasa que en la ópera.
Fuente: EFE
Este experto indica que dicha vinculación fue incluso usada por uno de los padres de la medicina, el griego Asclepíades, para mejorar a los enfermos mentales.
José Boada ha revisado más de 300 libretos de ópera y documentos de cantares populares para constatar la vinculación que desde la cultura griega hasta la actualidad han tenido la música y el vino.
Boada impartirá sobre este tema la ponencia inaugural del XII Congreso Nacional de Enólogos, que se celebrará del 5 al 7 de mayo en Tenerife.
En una entrevista con Efe, Boada dijo que ha constatado que en todas las regiones de la cuenca mediterránea, salvo en el Egipto islámico y las zonas magrebíes, donde la influencia aunque menor, existe, la relación entre el vino y la música es patente en su folclore.
El especialista explicó que la primera fusión importante entre la música y el vino se produjo en Grecia, donde se instituyó al dios Dionisos para rendir culto al vino y donde se llegaron a construir instrumentos, como el barbitón, que es una especie de arpa que se apoyaba en la cintura, dedicados exclusivamente al culto de Dionisos.
También en la cultura romana, el vino y la música aparecen ligados a la figura del dios Baco.
Boada explicó que la ópera nace "con los genes del vino" puesto que su origen es la tragedia griega, es decir, la música renacentista miró hacia el pasado, hacia Grecia, e incorporó en sus composiciones a la tragedia griega, que, según el filósofo Nietzsche, es dionisíaca.
Para el especialista, esta vinculación no sólo se observa en las óperas de la cuenca mediterránea sino también en las americanas, y así cita, entre otros, al compositor Aaron Copland que en algunas de sus óperas utiliza esta combinación.
Recordó que el origen del himno americano es un brindis londinense al que el poeta norteamericano Francis Scott Key cambió la letra y tuvo tanto éxito que fue asumido por el Congreso norteamericano como himno de la nación.
En la música vocal esta vinculación es clara, dijo Boada, que cita a músicos como Mozart, Bizet, Rossini, Verdi, Wargner, Berlioz o Donizetti, que vinculan el vino y la música, al igual que hace Carlos Gardel en sus tangos o Rafael Farina en el flamenco.
Boada señaló que, en cambio en la zarzuela, a pesar de la tradición enológica española, la vinculación es más insulsa y mucho más escasa que en la ópera.
Fuente: EFE
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